Audiencia y peritos en la Base Zar

Cobertura Diario Jornada
 
Masacre de Trelew: repararon las paredes 
para borrar las huellas del fusilamiento
 
 
Un físico peritó la zona de calabozos y detectó una capa de revoque que data del ´72 en la pared del pasillo donde impactaron las ráfagas de metralleta. El arreglo sólo se hizo en esa parte del muro, a la altura de los hombros hacia abajo, lo cual coincide con la versión de los acusadores.
 
 


Prudente, la Armada Argentina borró de las paredes de la Base Almirante Zar de Trelew toda huella de las ráfagas de ametralladora que los marinos dispararon la madrugada del 22 de agosto de 1972. El dato lo deslizó el doctor en Física Rodolfo Pregliasco, que con uso de la más alta tecnología disponible peritó el sector de los calabozos en busca de los rastros del fusilamiento. También encontró el orificio de un balazo en una puerta exterior, que revelaría un disparo desde los calabozos hacia fuera y avalaría la versión oficial. Pero no es posible determinar si ocurrió en la misma fecha.
El científico declaró en el juicio por la Masacre y explicó sus conclusiones en el lugar de los episodios, acompañado por el tribunal y la prensa. Trabaja en el Centro Atómico de Bariloche y hace más de 10 años que asesora a la justicia. Usó rayos gamma para una suerte de “radiografía” de las paredes y reconstruyó el plano de cómo debió ser el lugar trágico, la ubicación esa noche de los 19 guerrilleros y de los marinos acusados.
Pregliasco reveló que tras varias refacciones y repintados en la unidad militar del ´72 a la época, la única pared intacta es la del fondo del pasillo de los calabozos. Testimonios dicen que allí hubo impactos porque se ubica detrás de la posición de los presos. El forense no encontró orificios de bala pero sí detectó una capa de revoque que data de los ´70. Esa reparación sólo apareció en la parte de la pared que recibió las ráfagas. Este trabajo albañil eliminó toda posible evidencia.
“Se picó hasta el ladrillo original, se revocó y se pintó de vuelta –explicó-. Al fondo del pasillo, desde los 1,60 metros de altura hacia arriba no hay impactos en la pared, está intacta. Debajo de ese nivel fue picada hasta el ladrillo y pintada de vuelta. La huella de los disparos se borró deliberadamente pero la manera en que fue borrada nos indica la zona en la que estaban. No hay indicios del número de disparos al no haber huellas. Sabemos que hay una zona reparada y que el resto está intacto, con lo cual todos los disparos deben haber estado en esa región. La fecha de la modificación coincide e implica disparos de la altura de hombros hacia abajo”. Por otro lado, la medición reveló que el pasillo tenía 1,50 metros de ancho y 10 de largo y que los diez calabozos medían 2,80 metros de largo por 2 de ancho.
El perito halló un disparo en la puerta de lo que era el baño, frente a los calabozos. La atravesó y dio en la bisagra de una letrina. El dato puede avalar la versión oficial según la cual desde esa posición Mariano Pujadas disparó a la guardia tras quitarle la pistola al capitán Luis Sosa. La información entusiasmó a las defensas. Pero Pregliasco advirtió que no es posible saber si ese impacto se produjo antes, durante o después de 1972. “Hay una huellas de disparo compatible con un calibre 45 pero es lo único que podemos decir y no sé qué relevancia tiene en la reconstrucción”.
El fiscal federal Fernando Gélvez restó valor al dato del disparo exterior. “La pericia es una prueba más: hay evidencias que son contundentes y se basan en declaraciones testimoniales e indagatorias que nos marcan cómo fueron los hechos y no hay dudas”.
Del disparo en la puerta del baño recordó que ante una pregunta que le hizo el tribunal, Pregliasco dijo que “los tiros pudieron ser antes o después de los hechos, así que esto no cambia nada y tampoco se condice con las versiones defensitas y exculpatorias”.
Gélvez dijo que al Ministerio Público Fiscal le sirvió conocer la dimensión de los calabozos y del pasillo. “También que no hubo disparos hacia el lado de la pared del hall de entrada”, añadió. “El extremo cerrado donde finalizaba el pasillo de los calabozos se arregló y se pico hasta los ladrillos. No contamos con esa evidencia pero descartamos desde un primer momento ningún caso de legítima defensa”.
-¿Se intentó tapar evidencias?
-Obviamente que se arregló con el tiempo y evidentemente se quiso que no quedaran los impactos para que una prueba física no marque cómo fueron los hechos. Pero hay testigos, hubo una reconstrucción del juez militar e imputados que marcaron cómo fue la posición de los tiradores y hacia cuál sector.#
 

 
 
 
Declaró el perito que investigó los fusilamientos
de la Base Almirante Zar
 
Se acerca el final del juicio por la denominada Masacre de Trelew. Realizada ya la gran mayoría de las audiencias testimoniales en el proceso que se lleva a cabo en Rawson, ayer declaró el perito Rodolfo Guillermo Pregliasco, especialista en ciencias de la física. El aporte del investigador del INVAP, que fue ofrecido como testigo por la fiscalía, tiene real importancia porque en el 2008 realizó el peritaje en la zona de calabozos de la Base Militar Almirante Zar, donde ocurrieron los fusilamientos.
Si bien ya han pasado 40 años de los hechos, según declaró el testigo, las paredes, la estructura y otros aspectos ambientales pueden ayudar a reconstruir lo que pasó, o en el peor de los casos determinar también lo que no pasó, cuestión vital para cotejar con las coartadas de los militares procesados. En su relato, que se apoyó en una presentación Power Point donde incluyó planos de escala y fotografías, especificó que la investigación perital que dirigió tuvo como fuente principal los testimonios y pruebas que el periodista Tomás Eloy Martínez reunió en su libro La pasión según Trelew. Hay que tener en cuenta que hasta el año 2008 no existía ninguna investigación de la Justicia ordinaria, sólo las encargadas por la Justicia Militar ni bien ocurrió el acontecimiento, sobre lo que pasó en la base el 22 de agosto de 1972; por eso la relevancia de la obra periodística para entender el paso a paso de la masacre.
A partir de su investigación, Pregliasco logró desmentir tres posturas de las Armada Argentina sobre lo ocurrido en esa madrugada del 22 de agosto.
Lo más destacado del peritaje se da a partir de las diversas reformas que tuvo el edificio de guardia de la Base Militar. En estos 40 años se ha modificado la mayor parte del ala oeste donde estaban los calabozos: sólo se mantienen en su estado original los primeros dos, donde estuvo preso por una semana el militante político Mariano Pujadas y quien fue acusado de querer atacar al capitán de la Armada, y además de ser eliminadas varias paredes el interior del edificio fue repintado al menos cinco veces.
“Las modificaciones las determinamos por las capas de pintura que se fueron superponiendo cronológicamente, ya que la base según la época tenía una pintura distinta: de verde agua a un gris brilloso”, relató sobre la metodología de su trabajo. También contó cómo previamente se hizo un relevamiento histórico de todo el edificio de guardia: “Las paredes tienen una secuencia similar desde su origen hasta que luego cada una de ellas tienen historias que se bifurcan: algunas fueron tiradas abajo, otras se modificaron parcialmente”.
Sobre todo lo que implica semánticamente su investigación, el especialista en física fue claro: “Lo que importa saber es si esas reformas fueron anteriores o posteriores a los hechos que se juzgan; y según las evidencias ocurrieron después”.
Otro detalle significativo de su declaración está sobre la pared sur, donde los testimonios de los sobrevivientes y testigos de los hechos coincidieron en determinar como la dirección hacia donde iban los disparos de los militares. A través de modernas tecnologías de Rayos X y raspaduras pudieron encontrar, a pesar de no haber huecos de disparos, que el grueso reboque original fue “picado” hace cuatro décadas. Además, como sólo la parte inferior fue modificada (advertido por la diferente composición del concreto), la conclusión de la investigación permite suponer que las huellas de los balazos fueron borradas deliberadamente. Apoyado en herramientas de edición fotográfica que cambian el contraste de las superficies irregulares, Pregliasco mostró cómo las paredes y el techo tienen superficies accidentadas, es decir, con huellas de los cambios que sufrieron en su construcción.
En segunda instancia, la investigación conducida por Pregliasco trató de determinar la veracidad de un disparo en dirección contraria, es decir hacia el norte. Aunque la hipótesis se basa en una fotografía dudosa de lo que en algún momento fue un baño, el estudio corroboró la existencia del disparo, pero no desde las posiciones donde estaban los presos políticos y además no se permite conocer la fecha en la que fue realizada. Otro punto destacable es que ese disparo no es utilizado por la defensa como argumento de un enfrentamiento con los presos políticos.
El último punto destacado del peritaje fue determinar la posible disposición de las personas en el pasillo de calabozos. “Puede estar tres personas en línea, pero en una situación muy apretada lo cual haría imposible hacer el rodeo de los presos como sugería una versión de la Armada”, declaró Pregliasco en base a que el ala oeste del edificio sólo tenía un pasillo metro y medio de ancho.

Cómo sigue el juicio

Hoy prestará declaración Jorge Abelardo Kuschnir, quien conservó las cintas de audio con los testimonios de los tres sobrevivientes de la Masacre de Trelew y que luego fueron desaparecidos en la dictadura de 1976. Con ese testimonio, y al margen que los imputados quieran extender su declaración testimonial, se dará finalizada las audiencias de testigos e imputados. Luego el tribunal presidido por Enrique Guanziroli establecerá una fecha próxima para escuchar los alegatos de las partes mientras que la sentencia se estima para mediados de octubre.
Por otra parte, antes de escuchar la declaración del testigo Rodolfo Pregliasco, el tribunal comunicó que a disposición de las partes están los documentos de inteligencia de la Armada, comunicaciones internas y disposiciones legislativas sobre la represión, documentos incorporados como evidencia sobre la causa.

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