Testimonio Pepe Castro: Periodista LU17 presente en el Aeropuerto



La fuga

“En el 72 era director de LU 17 Radio Golfo Nuevo. El día 15 de agosto de 1972 yo había concurrido al aeropuerto de Trelew acompañando un amigo, el ingeniero Hernando. El avión inició su carreteo, y en esa pista de rodaje se quedó estacionado en la mitad, era un atardecer. Pasaron 3 militares corriendo por el sendero que había entre la aeroestación y la plataforma. Subieron al avión. El avión tomó vuelo. Nosotros nos fuimos yendo, posiblemente en ese momento entraba el otro contingente de evadidos pero nosotros no lo vimos. Yo me vine a mi oficina. Me entero por esa vía del copamiento del aeropuerto de Trelew. Estaba rodeado por las fuerzas de Marina y Seguridad. Ingresaron Carreras y Bussi, porque habían ido a buscar periodistas así que les pedí entrar con ellos. Adentro del aeropuerto había gente armada, había una cantidad importante de personas que habían ido a despedir a pasajeros del avión de Austral o personas que se iban a embarcar en el vuelo que iba a pasar por Trelew, el vuelo de Aerolíneas cuyo aterrizaje fue abortado. Había personas con armas largas, no había un gran nerviosismo. Aparece el Juez Godoy, estaba el abogado y dirigente político Amaya, después desaparecido. El juez empieza a actuar. En las afueras había fuerzas de Marina al mando del Capitán Sosa. Se van a buscar al Dr Viglione, tarea que lleva adelante Samyn, Subdirector de El Chubut, y estaba Felman, director del Jornada. Ahí se hace una proclama que es la cinta que se buscó tanto el original, que tiene como protagonista a Pujadas. Eso se va a emitir en canal 3, ellos querían explicar el porqué de su lucha y de todo lo que estaba pasando. Luego viene el Dr Viglione, ellos piden que se los revise para ver lo que estaba pasando, que no tenían golpes ni torturas, para que de ese modo ellos se rindan. El Dr Viglione los fue examinando uno por uno e identificó que estaban todos en perfecto estado de salud.


Esos son los hechos previos a negociar una rendición. En el interín se fueron negociando con participación de los periodistas, que se aflojaran las condiciones, se logró que aceptaran que habían tomado el aeropuerto, que liberaran en primera instancia a mujeres y niños. Se fue avanzando en la negociación, que se centraba en que esta gente no quería ser trasladada a la base, las fuerzas los querían llevar a la Base y ellos decían que su suerte corría peligro si eran llevados a la Base de Trelew. Del lado de las fuerzas el que estaba en la negociación era Sosa, luego llegó Paccagnini. De la Base les decían que el penal estaba sublevado y no podían, pero los militantes garantizaban que ellos iban con un oficial de las Fuerzas Armadas e iban de viva voz a comunicarse con sus compañeros dentro del penal para que depongan su actitud, eso es lo que se discutió. En esas condiciones se llega a la rendición y entrega del armamento, y ahí es donde algunos de los periodistas íbamos acompañando de a uno de a dos. Los acompañamos hasta el lugar donde se saca la famosa foto, histórica, emblemática de este hecho. Yo tengo muy presente el sonido que produce en una noche silenciosa el tirar sobre el arma un armamento. Ahí los acompañamos y ahí se rinden, son cachados por un suboficial, cuando la mujer de santucho entrega su arma, el militar, suboficial que estaba a cargo de palpar a todos tuvo cierto pudor de palpar los genitales y Sosa le grito de atrás para que lo haga.
A ese micro subimos Samid, Felman, Amaya, Godoy y yo. Yo vi un militar en el fondo, pero luego leyendo me di cuenta que era un policía. Nos sentamos, 10 minutos estacionado sin movernos. Pasado ese tiempo nos piden que bajemos, a nosotros, los que se habían rendido quedaron arriba del micro. Ahí visualizo que estaba el Capitán Paccagnini y le comunica al juez Godoy que se iba a trasladar a los detenidos a la Base Naval de Trelew, y nosotros estábamos de testigos de eso. Godoy plantea que las condiciones son otras, que la condición era ir al penal, que se había decretado la emergencia de zona y que él perdió el control de la situación y que la orden era llevarlos al penal. Ya estaba de noche. Serían las nueve de la noche, el juez Godoy insiste que se ha incumplido la condición. Paccagnini dice “yo soy un militar me han dado una orden y debo cumplirla”. Entonces se intenta que nosotros no subamos al micro, nosotros acompañamos las argumentaciones de Godoy, lo acompañamos a Godoy en su planteo, entonces por postura firme de Godoy subimos al micro, Godoy le dice “yo le voy a comunicar a la gente que hubo un cambio”. Godoy les comunica la situación que se había creado, y les dice que los va a acompañar. Y ahí se inicia el recorrido hasta la Base. Fue un camino interminable ir con una gente que se había resistido de todas formas a que los lleven ahí y luego se da vuelta todo y los llevan ahí. Nunca voy a olvidar la dureza de la mirada de la señora de Santucho. Comienzan a bajar a los detenidos, a nosotros nos ponen a la derecha y a ellos a la izquierda, creo que ahí estaban los calabozos. Esa fue la última vez que los vimos. Minutos después aparece personal de la Marina que nos dice que nosotros somos civiles que nada tenemos que hacer en la Base.


La represión posterior
Tiempo después, la difusión de la proclama de Pujadas y de los otros muchachos tuvo un gran impacto político en la opinión pública, sé que eso molestó fuertemente al gobierno militar. Hacía mucho tiempo que se estaba redactando una ley de radiodifusión, la ley 22285 fue publicada en el boletín oficial el 22 de agosto, fue una coincidencia, pero fue una decisión que se había producido el 15 y 16 de sacar esa ley.

Tiempo después de estos episodios una persona de mi amistad, el Dr Maza, me ve y me pide que dado que habían venido a Trelew el padre y la madre de Mariano Pujadas si era posible ver el video. Entonces con el Sr José María Saez, que por esa época era gerente del canal de Trelew convenimos de recibir a los padres de Pujadas a las 2 de la mañana en el canal. Y es así como le hicimos ver el tape de su hijo. Fue una escena muy dura ver a los padres abrazarse llorando, dos meses después vuelven los padres. Pero era una situación complicada. Con José Saez hicimos una copia y se la dimos. Tiempo después nos enteramos que los padres con la copia fueron volados en la casa de Córdoba. Esa cinta la tuvimos un tiempo y un día Torrejón nos dice “cuidense que están buscando esa cinta los organismos militares”. Era una cinta que tenía problemas para pasarla porque era un equipo que se usaba para filmar operaciones, era para trabajos periodísticos, pero evidentemente sirvió. Había que compatibilizarlo, era muy difícil hacerlo, incluso en el año 73 yo lleve una copia para mostrarle esta copia a Perón en una entrevista que finalmente se abortó. Esa advertencia es del 76.
El día 16 vinieron periodistas de Buenos Aires y entre ellos vino un amigo, Armando Vidal, de la redacción de Clarín. También había un periodista de Interpress, Horacio Finoli. Nos encontramos en Rawson y fuimos a mostrarle los lugares donde habían ocurrido los hechos. Estacionamos el coche frente a la Caja de Previsión SEROS, se baja del auto, porque estaba cerrado para el lado de la cárcel, se baja el periodista, el fotógrafo, pone el teleobjetivo, apunta hacia la cárcel y ahí empiezan a llover disparos. Se sube al coche el fotógrafo y salimos despacio, había dos policías, de repente empezaron a llover metrallas, pasaron las balas por todos lados. Poco antes de doblar le impacta en la espalda un tiro a Finoli, era una importante cantidad de disparos. Nos fuimos de inmediato a la comisaría por temor a que nos barrieran, se habían encerrado dentro de la comisaría. Uno nos conoce, un suboficial, ahí se calma un poco la cosa, pedimos que nos acompañen, con uno o dos policías sentados en el capot y fuimos lentamente las cuadras que separan del hospital. Ahí lo dejamos a Finoli, el resto de los periodistas nos fuimos a las dependencias de Gendarmería Nacional donde estaba el comando de la zona de emergencia que se había instalado ese día acá. Ahí nos atiende un General Betty. Le reclamamos que no había garantías para ejercer el trabajo nuestro. Ahí salió la famosa frase “si en Vietnam mueren periodistas acá no hay garantías tampoco”. El General Betty personalmente nos dijo eso.

La situación era muy tensa, nos volvimos a Trelew. Toda la semana fue de gran conmoción, la ciudad estaba sitiada militarmente. Incluso el juez pierde la competencia, por la declaración de la zona de emergencia. Fui parte de todo lo que se vivió en esos días.

El 22 de agosto me llaman por teléfono muy temprano a mi casa, una persona cuyo nombre no recuerdo. Yo era dirigente del Partido Demócrata Cristiano. En Rosario había una persona conocida dirigente, Nogueras, que era defensor de presos políticos. Acordé encontrarme en la esquina de la plaza de Trelew. Pasé con mi coche, lo levanté allí y me explicaba que ella era de Rosario y que su marido estaba preso en la U6, que desde el 15 no sabían nada de él. Los abogados no tenían acceso, eso uno se enteraba por lo que se decía en esa época. Ella quería saber como estaba el marido. Yo le digo “vamos a preguntarle a un militar”, ella no quería porque su marido estaba vinculado al atentado a Sánchez y ella tiene miedo de que la detengan por ese motivo. Fuimos hasta Rawson, la dejo en la esquina de la plaza, yo le digo que me voy a Gendarmería, que el General Betty de la 9na División de Comodoro estaba asentado ahí. El comandante de la zona era Betty, no Galtieri. Me atiende Borzone, fallecido, lo veo excesivamente irritado, excitado, empieza a gritarme, “que se vaya que se vaya, los van a matar a todos”, absolutamente distinto del tipo que yo conocía. Me muestra el pie y me dice “sabes que es esto es sangre”. El me referencia que siendo la madrugada, llaman a la jefatura de zona para comunicar que había habido un accidente o problema en la base. El en su condición de ayudante lo manda a la Base Aeronaval. Me refiere que cuando él llega hace abrir los calabozos y me dice “estaba lleno de cadáveres, mira los borceguíes, sangre”. Dice que escuchó quejidos y ordenó que se sacaran heridos dentro del conjunto de cuerpos. Dice que hace abrir el lugar. Y ahí hay cuerpos muertos pero escucha quejidos, sacan a los heridos, los llevan a una enfermería. Y el en ese estado me dice, “incluso me tuve que enfrentar el connato de suicidio del jefe de la base. Y decile a esta mujer que se raje cuanto antes de acá”.
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Hasta ahí el relato. Esto no es una transcripción completa. Es una reproducción de lo registrado en la audiencia. La declaración es relevante, entre otras cosas, porque Castro menciona que Pacagnini, jefe de Base Zar y el capitán SOSA, infante de marina imputado en la causa, estaban el día de la entrega de los compañeros en el aeropuerto. Castro presencia la conferencia de prensa que dan los militantes, y las negociaciones entre Sosa y Pujadas en la que se rinden a cambio de que los lleven a la cárcel. Además, cuenta cómo cuando suben al colectivo Pacagnini le dice a Godoy que por orden de Lanusse los tienen que llevar a la Base. Godoy se opone pero ya es tarde. Este hecho evidencia el funcionamiento de la cadena de mandos por la que también bajaron las órdenes de la masacre. La declaración es importante, también, porque estamos haciendo justicia.

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